Dafne

Ya es cerca del crepúsculo, la luz se torna dorada al entrar por el cubículo de Dafne, la sensación de sentirse observada hace que levante la mirada del documento que la mantenía absorta, intuye que la procedencia de tan insistente mirada proviene del cubículo frente al suyo, es el nuevo gerente regional, hombre de mediana edad de porte varonil mas que guapo, elegante con aire intelectual, ella ya había percibido ese aroma fresco a agua de colonia, provocando en ella el deseo de cerrar los ojos y refugiarse en esos brazos atléticos, al levantar la vista sus miradas se cruzan, no hay dialogo, las miradas dicen mas que las palabras. Dafne cruza la pierna despacio deleitándose... recreándose, sabedora de su encanto puede sentir su turbación, esa mirada significativa lanzada a través de sus anteojos provocan una sutil sonrisa en sus labios. Él devuelve tímido esa sonrisa y dudando un poco decide abandonar su cubículo y acercarse a ella, ¿Que decirle? ¿Como manejar ese deseo contenido que ella provoca en él? ¿Sentirá lo mismo? Los velados mensajes podrían no ser reales, ¡Maldita inseguridad! si tan solo se atreviera a dejar de pensar y dejarse llevar por el instinto. Tomarla en sus brazos y probar esos labios que invitaban a pecar, se veía tan adorable en ese traje sastre gris que contrastaba con el rojo de su blusa, discreto, elegante y a la vez provocativo, esas piernas torneadas cubiertas por medias negras terminaban en zapatillas de tacón alto cerradas que hacían crecer su 1.65 de estatura 10 cm. mas. Había domado su aleonada melena en una coleta lacia completando ese porte ejecutivo que provocaba suspiros. La distancia se acortaba mientras su mente atormentada no dejaba de pensar. Ella lo vio atravesar el poco espacio que les separaba, una descarga eléctrica le recorrió la espina dorsal, su respiración se agitó, sintió el calorcito subir a su rostro. Que no note mi turbación se repetía una y otra vez, se sorprendió verse emocionada, movía ligeramente su pierna mientras acomodaba su cabello aparentando una tranquilidad que no sentía, ¿Que hacer? ¿Como disimular su turbación? Había sentido esa química desde el momento en que él estrechó su mano al presentarse, no habían cruzado palabras mas allá de un cordial saludo, desde entonces mil fantasías habían inundado sus sueños, le veía como ahora acercarse a ella cubriendo el breve espacio que los separaba... Escucharle decir - ¿Me permitirías seducirte? ¿Me permites recorrer tu piel y aspirar tu aroma? acariciar levemente tu cuello con la punta de mi lengua y arrancar de ti suspiros, contemplarme debajo de tus tacones, postrado ante ti implorando que me permitas escalar por tus piernas, mientras acaricio despacio la sedosa suavidad de tus tobillos, corvas y muslos, sentir ese delicioso encaje, ese lugar en el cual tu piel y la media se unen formando una deliciosa saliente. Uniendo palabras con acción, sus manos se detienen un momento, escucho mi respiración cada vez mas agitada, mi falda ha subido a medio muslo, sus ojos hipnotizan los mios tratando de desentrañar el misterio, derribando cualquier barrera que pudiera existir, sus labios se acercan a los mios, su lengua serpenteante, invasora, provoca una explosión en mis sentidos, sus manos comienzan nuevamente a acariciar con movimientos sutiles, los pulgares haciendo círculos en la parte interior de mis muslos, acercándose peligrosamente hacia esa delicada fuente de calor, puedo sentir el calorcito y la humedad que provoca tan sensual movimiento, le escucho murmurar -¿Dime que deseas? Mi ser grita... - Sentirte! Sentir el calor de tu cuerpo, morder tus labios, besar tu cuello, tocar tu piel... eso deseo!

Su presencia me vuelven a la realidad, está junto a mí. ¿Habrá notado mi turbación, el subir y bajar de mi pecho en agitado respirar? Lo veo titubear, me mira sin poder articular palabra, sé que algo quiere decir, mas de su boca no logra salir palabra alguna. -Le puedo ayudar en algo Licenciado, me escucho decir... lo veo dudar. Los minutos parecen una eternidad, me mira y en su mirada veo la lucha interior, la tensión puede cortarse, percibo a lo lejos el bullicio de la oficina unos minutos antes inaudibles, no estamos solos. Mueve ligeramente la cabeza alejándose de mi, dejandome con el sabor amargo de la frustración, sé que siente lo mismo que yo.

La jornada laboral esta por terminar, le veo marchar junto con los demás, tomo un tiempo para recuperar la calma, cierro la oficina, tomo el elevador que me conducirá al lobby del edificio, checaré mi tarjeta y me iré a casa, esta noche volveré a tenerlo en mis sueños.

Fotos: google imagines:

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